FELIZA
Feliz sale de su casa
a esconderse de Sí ganando amigos.
Ella quiere estar con nadie
para mirarse cara a cara,
para hablar de nada a nada,
para fugarse en otros sitios.
Feliza sale a jugar al “escondite”
contra ese Sí que la persigue
junto a una multitud que está en lo mismo.
Ella alarga el día lentamente,
resortea la hora del regreso,
no sea que se vaya el sol muy pronto
y tenga que volver frente a su espejo
a encontrarse con su rostro.
Por eso pone trampas a la tarde,
detiene su sombra en donde puede,
compra velas en la tienda del vecino
cuando la noche se hace inevitable.
Pero Feliza no lo intuye, no lo sabe,
no ve el instante en que la mano
corona la vela con el fuego,
saca la luz de las tinieblas,
separa la sombra de los cuerpos.
Por eso así, tan distraída,
se extasía en el baile de la llama,
sin sospechar siquiera
que la luz y la esperma - ¡tan distintas! -
son también iguales,
y que huyendo de ese Sí que la persigue
se vuelve a encontrar con la mentira
de ese alguien de la calle
a quien culpar de su destino.
De “Soñando al hombre”
José Jesús Jiménez B (José Niño)
Cali,Colombia.